Bibliografía:
Recuerdo mofofisiológico
de la piel y anejos. En: Ramos de la Fuente M, coord. Enfermería médico-quirúrgica.
2ªed. España: DAE; 2009. p.1378-84.
La piel y los anejos constituyen el mayor órgano del cuerpo,
siendo un órgano dinámico, con muchos tipos de células y con funciones de tanta
importancia que son vitales para el organismo. Es importante determinar la
integridad de sus funciones, ya que puede estar aumentada o disminuida, ausente
o presente, así como la complejidad de este sistema, puesto que alteraciones en
las células o en la estructura cutánea pueden dar lugar a diferentes
enfermedades (absceso, tumor benigno o maligno, psoriasis, etc.). Para una
valoración completa del sistema tegumentario se debe tener en cuenta al
individuo desde el punto de vista bio-psicosocial, de modo que resulta
importante indagar sobre su estado nutricional, prácticas sanitarias,
antecedentes de enfermedades y sus tratamientos, así como su estilo de vida y
su psiquismo.
La piel se compone de tres capas distintas, de externa a
interna: epidermis, dermis e hipodermis o tejido celular subcutáneo. Contiene
diferentes estructuras accesorias derivadas de células epidérmicas como las
uñas, pelos y glándulas sudoríparas.
Las funciones de la piel son:
-
Función barrera:
Protege frente a la deshidratación y todo
tipo de agentes externos, bacterias y virus patógenos, sustancias extrañas y
traumatismos externos. Tanto la queratina de la epidermis como el sebo que
secretan las glándulas sebáceas son hidrófobas, por lo que hacen que la piel
sea impermeable al agua. Las pérdidas del agua por la piel suponen 350 ml/día
aproximadamente, sin contar con el agua que se pierde por las glándulas
sudoríparas y que forma parte del control de la temperatura corporal. Cuando
grandes áreas de la epidermis se encuentran afectadas o no existen
(quemaduras), pueden producirse grandes pérdidas de agua e incluso llegar a la
deshidratación. Además de proteger frente a la deshidratación, la epidermis
protege de su exceso cuando está en un medio acuoso. El estrato córneo y el
sistema inmune de la piel, así como el sebo, constituyen la primera barrera
frente a la infección. El estrato córneo íntegro y el pH ácido del sebo impiden
la penetración y retrasan el crecimiento de microorganismos, ayudado por la
flora bacteriana no patógena de la piel que contribuye a limitar el crecimiento
bacteriana mediante interferencia bacteriana. Los tejidos linfáticos y vasculares
de la dermis, las células especializadas de esta capa, así como los pelos,
presentan una participación activa en esta función barrera contra la entrada de
materiales extraños.
El colágeno y las fibras elásticas de la
dermis aseguran una elasticidad cutánea que, junto con la capa epidérmica por
su cohesión y adherencia a la dermis, protegen contra la abrasión mecánica o
traumatismos físicos.
-
Control de la temperatura:
Es una función tanto de la dermis como de
la epidermis y se lleva a cabo por la sudoración y la circulación dérmica. En
ambas glándulas sudoríparas, apocrinas o ecrinas, recae la actividad
sudorípara, aunque las primeras no presentan una función significativa en la
termorregulación. Las glándulas ecrinas secretan sudor acuoso a la superficie
de la piel, siendo éste evaporado y con ello se disipa el calor y se produce un
efecto refrigerante. Esta actividad está controlada por el sistema nervioso, en
el hipotálamo, en donde se encuentran los centros de control de la temperatura,
y por las emociones. La circulación cutánea de la dermis influye en este
control de la temperatura por medio de su dilatación, que promueve la
producción de calor en la piel y la vasoconstricción que inhibe la conducción
del calor, conservando la temperatura interna del organismo.
-
Protección contra la luz solar:
Está asegurada especialmente por el sistema
pigmentario epidérmico, puesto que la melanina de la epidermis absorbe la luz
ultravioleta de alta energía, disminuyendo su efecto nocivo sobre las capas
subepidérmicas. Aun así, la capa germinativa de la epidermis puede lesionarse
debido a la radiación ultravioleta, sobre todo en individuos de piel clara. Los
rayos rojos e infrarrojos poco energéticos penetran hasta la dermis y elevan
localmente la temperatura.
-
Síntesis de vitamina D:
El 7-deshidrocolesterol, presente en las
células de Malpigio de la epidermis, se transforma en vitamina D mediante
fotoconversión en presencia de la luz solar. La vitamina D formada complementa
a la ingerida por los alimentos, siendo ésta importante para el crecimiento y
mineralización ósea.
-
Percepción sensorial:
En ella intervienen las tres capas de la
piel, los neurorreceptores de la epidermis, la red de terminaciones nerviosas
dérmicas y los receptores de presión del tejido celular subcutáneo. Las
sensaciones de dolor, temperatura, tacto y presión son captadas por los
receptores y transmitidas a la corteza cerebral.
-
Comunicación:
El rubor, así como las expresiones faciales
por la contracción muscular unidas a la piel, comunican distintas emociones,
vergüenza, sorpresa, ira, etc. El olor de las secreciones glandulares
sudoríparas apocrinas participa ampliamente en la comunicación sexual. La mayor
parte de las enfermedades cutáneas son visibles. En una sociedad como la
actual, en la que el aspecto de la piel y la belleza juegan un papel
importante, el perfecto estado de la primera es esencial para el completo
bienestar del individuo.
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