Bibliografía:
P. Swearingen. Cuidado de las heridas. En: J. Roca Llobet,
revisora. Enfermería médico-quirúrgica: intervenciones enfermeras y tratamientos
interdisciplinares. 6ª ed. Barcelona: Elsevier; 2008. p. 870- 876
Una herida es la pérdida de la integridad de los tejidos
provocada por un traumatismo, una cirugía o un trastorno subyacente. El
tratamiento se dirige a prevenir la infección y a mejorar la cicatrización.
Distinguimos dos tipos de heridas: heridas cerradas por
primera intención y heridas cerradas por segunda intención.
Las heridas cerradas por primera intención son heridas
limpias cuyos bordes se cierran con suturas, clips, pegamentos adhesivos o
tiras adhesivas estériles.
Es importante valorar el tipo de cicatrización:
-Cicatrización normal: eritema y dolor en la línea de
incisión inmediatamente después de la lesión. Tiempo después se observa una
cicatriz rosada y en los bordes de la herida una acumulación palpable de tejido
cicatricial.
-Defecto de cicatrización: se debe a la falta de respuesta
inflamatoria adecuada caracterizada por carencia de eritema, induración,
inflamación persistente o tardía, ausencia de borde de cicatrización y exudado
purulento. Se da en personas muy jóvenes o muy ancianas, personas con DM mal controlada,
las que reciben tratamientos inmunosupresores, las que padecen desequilibrios
nutricionales y las tratadas con quimioterapia y/o radioterapia.
Las pruebas diagnósticas empleadas son las siguientes:
-Recuento de leucocitos: con la fórmula leucocítica se
valora la presencia o ausencia de infección.
-Tinción de Gram de la secreción: identifica el microorganismo
causante de la infección a partir del cual se seleccionarán los antibióticos
preliminares.
-Cultivo o antibiograma de tejido obtenido por biopsia o
frotis. Con esto se determina el antibiótico adecuado. Se obtiene a partir de
tejido limpio, no del exudado.
Los tratamientos interdisciplinarios utilizados en la
curación de este tipo de heridas son varios: aplicación de un apósito estéril
justo después de la cirugía (protege de infección y traumatismos durante los
primeros dos días), toma de vitamina C (favorece la cicatrización),
prescripción de minerales cuando las concentraciones séricas del paciente son
bajas, oxígeno complementario en pacientes de alto riesgo (favorece
cicatrización), prescripción de antibióticos en caso de infección y drenaje de
pus en infecciones localizadas.
A continuación se expone el diagnóstico y las intervenciones
de enfermería apropiadas en este tipo de heridas. El diagnóstico es el
siguiente:
Riesgo de deterioro de la integridad cutánea relacionado con
la alteración del flujo sanguíneo, con trastornos metabólicos, con alteraciones del volumen de líquidos y de
la nutrición y con el tratamiento médico.
Las intervenciones de enfermería son las siguientes:
-Valorar la herida para determinar defecto de cicatrización.
-Emplear técnicas estériles al cambiar apósitos y en casos
de drenaje.
-Mantener la glucemia estable en caso de pacientes con
diabetes mellitus.
-Explicar al paciente que la respiración profunde favorece
la oxigenación lo cual favorece la cicatrización. Esta explicación debe
contener la información justa y se debe evitar el exceso de información. La
explicación debe ser clara y sencilla.
-Garantizar una ingesta de líquidos adecuada.
-Aportar una alimentación rica en proteínas y vitaminas para
favorecer la cicatrización.
Las heridas por segunda intención son aquellas con pérdida
de tejido o contaminación intensa que forman tejido de granulación para
cicatrizar.
Cicatrización normal: bordes de la herida rosados y
dolorosos. El tejido de granulación comienza rosado, evoluciona a rosa más
profundo y termina siendo rojo carnoso. Los bordes de la herida deben estar
húmedos. El tamaño de la herida se va reduciendo a medida que avanza el
proceso. El tiempo de cicatrización depende del tamaño y localización de la
herida y del estado físico y psicológico del paciente.
Defecto de cicatrización: hay exudado o tejido necrótico en
el suelo y paredes de la herida. Es preciso observar el color, el volumen y la
adherencia del exudado o tejido necrótico a las paredes de la herida.
Las pruebas diagnósticas son las siguientes:
-Hemograma con fórmula leucocítica. El hemograma determina
la concentración de hematocrito y la presencia de anemia. Un aumento de
leucocitos indica infección y un descenso inmunosupresión.
-Tinción de Gram.
-Biopsia/ cultivo del tejido. Presencia de infección y
antibiótico correspondiente.
-Radiografía/ Gammagrafía ósea- Se determina la presencia de
osteomielitis.
Los tratamientos interdisciplinarios incluyen la utilización
de enzimas desbridantes (eliminan tejido necrótico), drenaje (elimina secreción
purulenta), apósitos (mantienen húmedo el tejido y si se rocía con antiséptico
disminuye el recuento bacteriano), hidroterapia (elimina detritos en tejidos
muy contaminados), irrigación de la herida (elimina bacterias y desprende el
tejido necrótico) y, finalmente, administración de líquidos intravenosos
(garantizan perfusión en pacientes incapaces de tomar líquido por vía oral).
El diagnóstico de enfermería es similar al del anterior tipo
de herida.
Las intervenciones de enfermería son numerosas:
-Vigilar la aparición de signos que indiquen defecto de
cicatrización
-Para prevenir la contaminación de la herida: limpiar el
drenaje y/o las secreciones de la piel con un desinfectante suave.
-Limpiar la herida con cada cambio de apósito con
antiséptico.
-Echar pomada (enzimas desbridantes) únicamente sobre el
tejido afectado.
-Cuando se emplea un drenaje hay que mantener su
permeabilidad y evitar su desplazamiento.
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