Bibliografía:
González Chocarro L. Principios del cuidado de las úlceras
por presión. En: González Chocarro L, Medina Venturini C. Procedimientos y
cuidados en enfermería médico-quirúrgica. 1ªed. Barcelona: Elsevier; 2006. p.149-157.
Úlcera por presión o decúbito es toda lesión tisular de
origen isquémico. Esta falta de aporte sanguíneo a los tejidos (isquemia) está
producida por una presión prolongada o una fricción de los tejidos entre dos
planos duros. Se localizan en la piel y tejidos subyacentes, apareciendo
pérdida de sustancia cutánea en mayor o menor profundidad.
Las úlceras por presión son debidas a isquemia localizada,
es decir, a una falta de aporte de sangre a los tejidos, que si se mantiene de
forma prolongada impide la llegada de oxígeno y nutrientes a los tejidos
afectados, originando su destrucción. Los tejidos quedan atrapados entre dos
superficies duras, una perteneciente al propio paciente (el hueso) y otra al
lugar donde reposa el paciente (cama, silla, etc.). La isquemia impide que llegue
el oxígeno y los nutrientes a la zona afectada. Asimismo, los productos de
desecho del metabolismo se acumulan en las células. La consecuencia de estos
dos procesos conduce a la muerte celular.
Clasificación de las úlceras:
Cuando se alivia la presión, la piel adquiere un color rojo
brillante, llamado hiperemia reactiva, que es el mecanismo corporal
compensatorio que aparece cuando se ha producido una isquemia. Podría decirse
que se trata de un mecanismo natural que aparece para prevenir la UPP. El enrojecimiento
se debe a la vasodilatación, en el que la sangre fluye a la zona de manera
suplementaria para compensar el periodo precedente en el que no ha habido flujo
sanguíneo en la zona. La hiperemia reactiva dura entre la mitad y las tres
cuartas partes del tiempo que ha durado la obstrucción del flujo sanguíneo en
la zona. Si el enrojecimiento desaparece en este periodo de tiempo, puede
decirse que no habrá lesiones en la zona; pero si el enrojecimiento no
desaparece, entonces ya se ha producido daño tisular. Podemos clasificar las
úlceras según el grado de afectación de la piel.
-
Grado I:
La piel aparece rosada o enrojecida y este
color no cede al desaparecer la presión en los 30 segundos siguientes de
aliviarla. Afecta a la epidermis. No aparece solución de continuidad en la
piel. En pacientes de piel oscura hay que observar la presencia de edema, induración,
etc.
-
Grado II:
La piel se presenta con solución de
continuidad, vesículas y flictenas. Afecta a la epidermis y a la dermis
superficial. La úlcera es superficial y se manifiesta como una abrasión, una
vesícula o una lesión poco profunda. La base de la úlcera está húmeda y su
color es rosado.
-
Grado III:
Existe pérdida de tejido que se extiende en
profundidad a través de la piel, llegando incluso hasta la dermis profunda o
hipodermis. Hay pérdida total del grosor de la piel. Provoca una cavidad que le
da aspecto de cráter profundo y puede presentar necrosis del tejido subcutáneo.
La base normalmente no es dolorosa.
-
Grado IV:
Existe pérdida total del grosor de la piel
con destrucción extensa, necrosis del tejido o lesión en músculo, huesos o
estructuras de sostén. Presenta lesiones que asemejan cavernas o adoptan
trayectos sinuosos. Hay pérdida de sustancia y escaramiento, con penetración hasta
el músculo y el hueso, así como tejido necrótico con exudado abundante.
Los factores de riesgo de UPP son:
·
Inmovilidad:
Alteración en el control y cantidad de
movimiento. La persona se mueve cuando siente molestias a causa de la presión. Situaciones
como parálisis, debilidad e inmovilidad causada por una escayola, o una tracción,
pueden alterar la capacidad de una persona para cambiar de posición de manera
voluntaria e independiente.
·
Inactividad:
Alteración para deambular de forma
independiente. Enfermedades neuromusculares, la edad avanzada, enfermos
cardíacos y/o respiratorios precisan ayuda para deambular.
·
Nutrición:
Factor crucial y decisivo en la aparición de
las UPP. El déficit nutricional ocasiona pérdida de peso, atrofia muscular y
pérdida de tejido subcutáneo. La ingesta inadecuada de proteínas,
carbohidratos, líquidos y vitamina C contribuye a la formación de úlceras por presión.
·
Hipoproteinemia:
La carencia de proteínas conduce a un
balance de nitrógeno inadecuado. El estado nutricional del paciente va muy
ligado a la situación proteica.
·
Incontinencia urinaria y fecal:
La humedad produce maceración de la piel
(tejido ablandado por la humedad) y hace que esta se erosione con más
facilidad. Las enzimas digestivas de las heces contribuyen a la escoriación de
la piel.
·
Sensibilidad disminuida:
La pérdida de sensibilidad reduce la
capacidad para percibir el calor, el frio y la sensación de sentir hormigueo,
como indicadores de la pérdida de circulación.
·
Deterioro del estado mental:
Los pacientes con el nivel de consciencia
disminuido son menos capaces de reconocer y responder al dolor asociado con la
presión prolongada.
·
Calor corporal excesivo:
La temperatura elevada aumenta el ritmo del
metabolismo corporal, e incrementa la necesidad de oxígeno a las células.
·
Edad avanzada:
El envejecimiento produce cambios en la piel
y en las estructuras de soporte: pérdida de masa corporal, la disminución de la
resistencia y elasticidad de la piel, la disminución en la vascularización de
la dermis, el aumento de sequedad y descamación de la piel debido a la disminución
en la cantidad de grasa producida por las glándulas sebáceas, y la disminución en
percepción del dolor por disminución de las terminaciones nerviosas.
Otros factores: malas técnicas de levantamiento, posiciones
incorrectas, inyecciones repetidas en la misma zona, superficies de soporte
duras y aplicaciones incorrectas de zonas de alivio de la presión.
Localización:
Las UPP se presentan sobre todo en zonas en las que existen
prominencias óseas, como son: sacro, talón, maléolos externos, glúteos, trocánteres,
omóplatos, isquion, occipucio, codos, crestas ilíacas, orejas, apófisis
espinosas, cara interna y externa de las rodillas, bordes laterales de los pies
y calcáneo.
Hay dos tipos de tratamiento:
-
Preventivo:
Hay que tener en cuenta la nutrición, la
higiene de la piel (manteniendo la piel limpia y seca, lavar con jabones
neutros, usar agua tibia, no utilizar alcoholes y aplicar cremas hidratantes
hasta su total absorción, no usar talcos sobre todo en las zonas de pliegues,
ya que con el sudor se forma una pasta húmeda que acaba irritando la piel y
proteger los codos y talones después de haber aplicado un masaje con crema
hidratante), la movilización y los dispositivos protectores (colchones,
cojines, etc., que en ningún caso sustituyen la movilización del paciente).
-
Local:
Limpiar la úlcera con técnica estéril y
desbridamiento:
§
Desbridamiento cortante o quirúrgico: requiere
destreza y conocimientos de anatomía. Se debe tener en cuenta si el paciente
está administrándose anticoagulante antes de proceder al desbridamiento quirúrgico.
Se debe valorar la necesidad de aplicar un antiálgico. No se recomienda hacer
todo el desbridamiento en una sola sesión. Si se presenta hemorragia hacer comprensión
directa con una gasa estéril.
§
Desbridamiento químico o enzimático: supone la aplicación
de productos enzimáticos para retirar los tejidos dañados o desvitalizados. Sólo
se aplican si no hay signos de infección. No deben utilizarse si la úlcera está
en proceso de granulación.
§
Desbridamiento autolítico: se favorece mediante
el uso de apósitos elaborados siguiendo el principio de la cara húmeda. La acción
de las enzimas presentes en los fluidos de la herida, junto con la presencia de
los macrófagos, y la hidratación del lecho de la herida promovido por el
apósito favorecen la eliminación del tejido desvitalizado de una forma poco
traumática e indolora. Está contraindicado si la UPP está infectada.
§
Desbridamiento mecánico: uso de la cara
húmeda-seca, que incluye la utilización de una gasa humedecida que se retira
una vez que se ha secado. Los productos de desecho de la úlcera quedan
adheridos a la gasa seca y su retirada produce el desbridamiento mecánico. Es un
método traumático y no selectivo, de manera que arrastra, junto con el tejido
desvitalizado, el tejido nuevo. Por todo ello está actualmente en desuso.
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