martes, 18 de octubre de 2016

Mroz, I. Conceptos generales para el cuidado de los pacientes médico-quirúrgicos I.  Sección dos. Dolor. En: Swearingen, P. (Dir.) Manual de enfermería médico-quirúrgica. Intervenciones enfermeras y tratamientos interdisciplinarios. 6ª ed. Barcelona: Elservier Mosby; 2008. p. 15-29


METODOS NO FARMACOLÓGICOS PARA EL CONTROL DEL DOLOR

Como bien sabemos el dolor cuenta con un componente subjetivo bastante significativo y por tanto, va a depender de cada persona o paciente. Uno de los objetivos fundamentales del personal de enfermería es minimizar o controlar ese nivel subjetivo de dolor a través de la valoración periódica de los indicadores conductuales (tensión facial, llantos, frotamientos…) y fisiológicos identificados (espasmos musculares, nauseas, alteraciones respiratorias…), anticipándose a la aparición de niveles altos de dolor a través de un tratamiento preventivo.

Cuando nos referimos al tratamiento preventivo del dolor lo primero que se nos viene a la cabeza es el tratamiento farmacológico a través de analgésicos u otras sustancias para evitar que el dolor sea intenso o que nos limite realizar cualquier actividad de la vida diaria. En efecto, el uso de medicamentos es esencial para su tratamiento y posiblemente el método más recurrente. Pero no debemos olvidar que existe un tratamiento complementario y efectivo  que no utiliza ningún método farmacológico.  Es sobre estos métodos alternativos en el tratamiento del dolor, sobre los que voy a basar mi reflexión bibliográfica.

Una de las tareas del enfermero es explicar al paciente que el manejo del dolor forma parte de su tratamiento, en la medida en que tiene derecho a recibir una valoración y un control apropiados del mismo. Del mismo modo, el enfermero tiene que hacer partícipe al paciente de ese tratamiento del dolor enseñándole a realizar por él mismo ciertas técnicas o procedimientos que reduzcan o eviten su aparición. Dentro de estas intervenciones alternativas al tratamiento farmacológico vamos a diferenciar dos tipos:

1.      Por un lado están las estimulaciones cutáneas y sensoriales: 
  • Tacto: reflexología, acumprensión…
  • Frío: Se utiliza para disminuir la respuesta tisular a la lesión y modificar el umbral del dolor.
  • Calor: para eliminar las toxinas tisulares y movilizar líquidos.
  • Masaje: relajando la tensión muscular y mejorando la circulación.
  • TENS: dispositivo que utiliza electrodos que envían impulsos eléctricos a determinadas partes del cuerpo y que reduce la sensación de dolor durante y después del tratamiento.

2.       Por otro lado están las intervenciones cognitiva:
  • Preparación cognitiva: explicando al paciente el procedimiento que se le va a aplicar, reduciendo así el estrés y la ansiedad.
  • Educación del paciente: enseñándole métodos para evitar o reducir el dolor (posturas cómodas tras intervenciones, métodos de deambulación…)
  • Distracción: estimular al paciente a concentrarse en algo que no tenga relación con el dolor.
  • Relajación: de la mandíbula, de la respiración…
  • Imágenes guiadas: que es un proceso mental que utiliza imágenes para modificar un estado físico o emocional. Favorece la relajación y disminuye la sensación de dolor.
  • Conductual: hipnosis, bioautorregulación, psicoterapia…


Como se puede comprobar, el abanico de posibilidades y técnicas es muy amplio. El enfermero utilizará aquella o aquellas que considere más oportuno para cada paciente. Como es lógico, la realización de estas técnicas puede ir acompañado de tratamiento farmacológico incrementando así el efecto terapéutico del control del dolor.

Como conclusión y complementando lo visto en clase, el uso de técnicas paralelas al tratamiento no farmacológico, se convierte desde mi punto de vista, en un aspecto muy importante en el tratamiento del dolor, el cual, el enfermero debe conocer y aplicar logrando el objetivo final que no es otro que aumentar la calidad del vida del paciente evitando al máximo las sensaciones subjetivas de dolor.


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