jueves, 29 de septiembre de 2016

INCISIÓN Y DRENAJE DE ABSCESOS CUTÁNEOS

Oltra E, González C, Mendiolagoitia L, Sánchez P. Incisión y Drenaje de Abscesos Cutáneos. En: Oltra E, (coord). Suturas y Cirugía Menor para Profesionales de Enfermería. 2ªed. Madrid: Panamericana; 2007.p.115-17

He elegido este tema para la tercera bibliografía por el interés que me suscita y porque el libro del que he sacado la información tiene imágenes muy buenas y bastante aclaratorias del proceso. 

Los abscesos son acumulaciones de material purulento que pueden aparecer en cavidades cutáneas o en cavidades producidas por la destrucción infecciosa de los tejidos. 

Estas infecciones suelen estar causadas por bacterias de la piel y se producen cuando el sistema defensivo del paciente se rompe. También hay otros factores que pueden influir a contraer este tipo de infecciones como la mala higiene, la obesidad, la malnutrición... Los abscesos pueden presentarse como casos aislados o pueden ser recurrentes.
Pueden localizarse en cualquier parte de la superficie corporal, pero son más frecuentes en la espalda, axilas, cuero cabelludo y región retroauricular.

El cuadro clínico consiste en dolor e inflamación local, con un áera de induración más extensa que el cúmulo estricto del material purulento. La zona de fluctuación indica el centro del absceso, donde se debe realizar la punción. La aplicación de calor seco y suave en el lugar de la infección varias veces al día puede ayudar a delimitarla y a facilitar su localización. Por ello, si no se observa fluctuación se demora la intervención y se indica al paciente la aplicación de compresas calientes.

Debe hacerse una buena valoración para planificar correctamente la intervención (zona de incisión, anestesia, necesidad de drenaje...).

Las pautas de actuación son idénticas para todos los abscesos y están centradas en la liberación del pus (drenaje):

  • Explicar al paciente el proceso que se le realizará, sin describir minuciosamente la técnica.
  • Aplicar medidas de autoprotección: uso de gafas, guantes y mascarilla por parte del personal.
  • Asepsia y limpieza de la zona con povidona yodada.
  • Aislar la zona con paño fenestrado estéril.
  • Aplicar anestesia tópica.
  • Efectuar una punción rápida en la zona de mayor fluctuación del absceso con el bisturí en el sentido de las líneas de tensión (entrar pinchando y salir cortando). La incisión ha de ser amplia, de al menos 1 cm, para poder limpiar y explorar después la cavidad. Si esto no fuera así, el absceso no se resolvería y obligaría a intervenciones posteriores.
  • Abrir con un mosquito o pinza Kocher para permitir la salida de todo el pus.
  • Presionar toda la periferia para facilitar el drenaje.
  • Explorar la cavidad y desbridar la tabicación. Esto se puede hacer con el propio bisturí, con el mosquito, con el dedo índice recubierto de una gasa...
  • Lavar a fondo la zona con suero salino isotónico o mezcla de agua estéril y agua oxigenada en partes iguales. 

Si es preciso se coloca un drenaje, a menos que el orificio sea muy pequeño. Entonces  pueden dejarse a modo de drenaje varios hilos de sutura gruesos. El drenaje sirve para mantener el orificio permeable y no taponado, por lo que no se debe rellenar toda la cavidad, sino dejar el drenaje flojo. Un extremo del drenaje se coloca en la profundidad de la cavidad y el otro debe salir lo suficiente para que no se introduzca dentro accidentalmente. No es conveniente dejarlo fijado a la superficie con puntos. 

Finalmente, se aplica un apósito voluminoso de gran absorción bien fijado a la piel. Las curas, con lavado de la cavidad y cambio de drenaje deben realizarse cada 24 horas y luego según sea necesario para impedir el cierre de la incisión cutánea antes del cierre del absceso, ya que se pretende una cicatrización de dentro hacia fuera sin que se formen nuevas acumulaciones de pus.

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